Está claro que la música en streaming ya es una realidad en nuestro país y, por supuesto, en todo el mundo. Las cifras actuales comienzan a ser impresionantes, logrando un impulso sobresaliente para la industrial musical.
De hecho, gracias al streaming se ha conseguido repetir por segundo año consecutivo un crecimiento, contrario a la tendencia negativa que había invadido a la industrial musical en los últimos años.
En números, se ha fijado dicho crecimiento en un 5,9%, la mejor cifra registrada en este sector desde el año 1997. Gran parte de culpa de este notable dato la tiene la música en streaming.
Así, al cierre de 2016 (último año en el que se tienen datos completos, se obtuvieron unos beneficios totales de 15.700 millones de dólares. Se comienza, por tanto, a recuperar poco a poco el terreno después de un periodo de 15 años en el que se llegó a perder casi el 40% de los ingresos.
Según se apuntó desde la Federación Internacional de la Industria Discográfica (IFPI), el “motor clave” de los últimos años son los servicios de música online. El 2016 finalizó con más de 100 millones de suscriptores, subiendo los ingresos del streaming en más del 60%.
Los datos son impresionantes y convierten a la música en streaming como el motor principal de la industria a día de hoy, toda vez que las ventas físicas han vuelto a descender un 7,6%, mientras que las descargas volvieron a bajar en un 20%, el descenso más fuerte del sector.
En último lugar, un dato que preocupa a la industria del streaming y que desea resolver cuanto antes tiene que ver con lo que se llama “brecha de valor”. Según la IFPI, no se recibe una remuneración justa por el trabajo de los artistas. Así, mientras Spotify paga 20 dólares por cada usuario, YouTube apenas llega al dólar (0,90).